Nace de mis venas, fluye por mi,
y se acrecenta con cada pensamiento,
con cada anhelo, con cada recuerdo…
Siento el bombeo, el fulgor y la emoción del prefacio,
y viajo a dónde solo a mí me has llevado,
a un lugar quieto y cálido,
donde el tiempo no pasa,
y aún así jamás alcanza…
Y la sed se apodera de mi,
y mi cuerpo tiene voluntad propia
y mi voluntad es la suya,
y la tuya, la mía, y sin remedio un vértigo eufórico me alcanza, y yo a tí…
Por un segundo, o por mil años, somos uno,
y tu eres yo y yo soy tú,
y yo soy omnipresente en ti, y te reconozco,
me hundo en melosos mares, en espesas junglas,
dentro de oscuras y profundas cavernas,
llego al núcleo, donde la intensidad llega a su cúspide
y las olas inundan mi ser entero, y muero y nazco de nuevo,
y muero y duermo despierto y despierto sueño, sueño de tí,
y vivo, existo de ti y para ti y, aunque efímeramente,
por un instante eterno, estoy donde pertenezco.