No se que escribir

– No sé qué escribir – dijo el niño a su padre.
– Escribe lo que piensas – le respondió este.
– No sé lo que pienso.
– Eso no es posible.
– ¿No?
– Desde luego que no. El mundo de las ideas nace de la imaginación ¿Y quién tiene más imaginación que un niño?
– Aún así. No sé qué escribir.
– Escribe lo que sientes entonces.
– ¿No es lo mismo?
– Desde luego que no. El mundo de los sentimientos nace del corazón ¿Y quién tiene más corazón que un niño?
– Imaginación y corazón. Al parecer lo tengo todo.
– Así es, aunque tú no te des cuenta.
– ¿Entonces? ¿Que escribo?
– Yo no puedo decirte.
– ¿Quién lo hará entonces?
– Tú lo harás.
– ¿Yo?
– Si tú.
– ¿Como podré yo decirme que escribir?
– Tú lo sabrás.
– ¿Yo?
– Sí, tú.
– ¿Y cómo lo sabré?
– Lo sabrás cuando te escuches.
– ¿Escucharme?
– Sí. Escúchate y sabrás no solo que escribir, si no que hacer y qué decir.

Y el niño meditó el consejo de su padre, y desde ese día, escribió, y escribió. Escribió en papel, escribió en la arena, en el aire y en el agua, y en su corazón escribió para su padre: Gracias.