No necesito que cada aspecto de mi vida, cada acción, cada palabra, refleje mis creencias.
Puedo decir declaraciones perfectamente válidas, esté de acuerdo o no con ellas, las apoye o no.
No todo lo que hago ni digo debe ser una declaración de mis creencias. Puedo ser objetivo
No soy creyente. Simplemente no funciona para mí. No tengo problema con la religión, simplemente no es para mí.
No soy una persona dogmática. No me siento cómodo pensando de una manera determinista, que las cosas son lo que son solo porque si, no hay manera de que pueda elegir por mí mismo, que se supone que todo debe ser así para cumplir la voluntad de dios, que no hay manera en que puedo ser libre de tomar mis propias decisiones.
Estoy seguro de que ese tipo de pensamiento me arrebata la humanidad, me conviere en ni siquiera un animal, un mineral, un instrumento inútil con la ilusión del libre albedrío, y eso es simple y llana crueldad.
Me gusta tener libre albedrío, tomar mis decisiones, asumir responsabilidad por mis acciones, causa y efecto, que si voy por la izquierda, pierdo lo que hay en la derecha y viceversa. Múltiples rutas disponibles, múltiples opciones, múltiples resultados posibles.
Baso mis decisiones y acciones en un mundo natural que puedo experimentar y afectar, puedo medir y aprender de él. Simplemente no tengo ningún interés en cosas sobrenaturales. Me gustan los mundos imaginarios, pero entiendo que son ficción. Aprecio enormemente el conocimiento, el pensamiento independiente y escéptico, los propósitos definidos y la voluntad de hacer que sucedan.
Carezco de miedo a estar equivocado, de vergüenza de ser diferente y de culpa por tener alegría y placer a mi voluntad. Me amo a mi mismo. Me gusta ser libre. Quiero vivir.