En realidad, somos lo que más hacemos, y hacemos lo que más pensamos. Lo que ocupa nuestro cerebro impulsa nuestras acciones y nuestras acciones, repetidas a través del tiempo, forman nuestro ser, nos convierten en lo que somos.
Comenzamos a crecer desde el corazón, desde el espíritu, mediante un intenso deseo de lo que realmente queremos ser. Ese deseo lo programamos en nuestras mentes y se manifiesta mediante nuestro cuerpo, convirtiéndolo en nuestras acciones, impactando, modificando nuestra circunstancia, cambiando nuestra vida.
Somos lo que hacemos, hacemos lo que pensamos, pensamos lo que queremos. Tenemos el lienzo y los pinceles. Pintémonos una obra maestra.